
No hace mucho solía escribir criticas de cine. Dicha actividad comenzó cuando apenas andaba en el tercer semestre de mi carrera y se prolongó hasta mi graduación, momento en el que decidí ponerle punto final y despedirme (al menos temporalmente) del oficio. "¿Por qué lo dejaste?", me imagino que preguntarán. Los motivos son variados y complejos. Intentaré ilustrarlos de manera satisfactoria.
Al principio lo tomé como una forma interesante de darme a conocer. Despues de todo, el periodico que me ofreció esta oportunidad ha mantenido desde hace varios años su reputación como uno de los más leidos en todo el sureste. Considerando que el comunicologo es básicamente un profesionista hecho a base de contactos, parecía una estrategia muy conveniente. Además, iba a ganar un dinerito en el proceso. Y cuando digo "dinerito" no es a la ligera, sino asquerosamente en serio. No entraré en detalles sobre la cantidad, pero les aseguro que era tan baja como la credibilidad de Vicente Fox. Y para acabarla de amolar, el costo del boleto siempre salió de mi bolsillo.
No obstante, la gota que derramó el vaso no fue tanto de indole economico como de actitud. El hecho de que la critica a veces salía con una semana de retraso o con embarazosos errores tipograficos o de plano no salía, a pesar de que yo siempre me comprometía a entregar el texto antes del cierre de edición y tenia la costumbre de leerlo y releerlo por lo menos seis veces antes de mandarselos, junto con que pasado un año de estar colaborando siempre tenían una excusa para no darme un aumento de sueldo que por lo menos me permitiese cubirir mis perdidas semanales, me hizo cuestionar cada vez más el grado de respeto y aprecio que la empresa pudiese tener hacia mi trabajo. Parecía que les daba exactamente lo mismo si entregaba la critica o no. Era como si yo los necesitara a ellos mucho más de lo que ellos me necesitaban a mí. El momento de la verdad llegó cuando por fín los confronté disimulada y discretamente al respecto. Y recuerdo que su respuesta fue algo mas o menos como "No, ¿como crees? Al contrario, estamos muy contentos con lo que haces. Es más, estamos en platicas para invitar a otras personas para que tambien comenten peliculas en el mismo espacio". Cosa que al menos yo interpreté como su muy diplomatica manera de decir "¿sabes que, cabron? No te sientas indispensable". En ese momento comprendí lo que ha de sentir una adolescente que se acuesta con un hombre casado creyendo que dejará a su esposa e hijos por ella.
Otra frustración que paulatinamente le fue restando encanto al asunto tuvo que ver con mis lectores. Desde el principio me comprometí a no convertirme en uno de esos criticos pomposos y pontificadores que vomitan su opinion como si estuvieran dando el evangelio desde un pulpito. Más que indicarle al público lo que debía y no debía ir a ver, quise que mis criticas lo animasen a ver la pelicula y formar su propia opinion al respecto. En pocas palabras, quise darme conocer como alquien que da pequeñas sugerencias y no un verdadero lider de opinión. Al poco tiempo me di cuenta de lo ingenuo que había sido, por que ocurría exactamente lo contrario. De cada cinco personas que me reconocían (muchas de ellas familiares y amigos) casi siempre había al menos dos de ellas que esperaban ansiosamente oir de mi boca los estrenos que valía la pena ir a ver en el fin de semana. Sin querer aparentar falsa modestia, esta mini-celebridad acabó abrumandome. Finalmente, tengo mis propias reservas respecto al trabajo acumulado. Las criticas que escribí durante este periodo me parecen muy bien como primeros intentos o incursiones. Pero si vuelvo a dedicarme a ello, será cuando haya alcanzado un poco más de experiencia, tesón y madurez tanto teorica como intelectual. En restrospectiva, creo que todo el tiempo fui más bien un aprendiz de critico.
Por otro lado, la experiencia no fue mala del todo. Me abrió puertas a las que de otra forma no sé si hubiera llegado a tener acceso. Me dió por primera vez la satisfacción de estar (mal) ganando mi propio dinero. Me ayudó a ejercitarme para ver peliculas desde un nivel totalmente alejado del de el espectador comun. Pero sobre todo, me hizo descubrir que los criticos de cine son como los decoradores de interiores o los organizadores de bodas; el mundo no se acabará si algún dia desaparecen, pero por alguna razón la gente se siente más segura sabiendo que existen.
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