miércoles, 6 de agosto de 2008

¿QUE VER?

Esto seguramente ya lo leyerón, puesto que se lo mande a muchos de mis contactos. Lo escribí en la madrugada del pasado 18 de julio, justo despues de haber asistido al pre-estreno. Disculpen si parece que estoy hiperventilando o que me va a dar un infarto inducido por orgasmo, pero en ese momento me convertí en una victima total de la euforia. Definitivamente, la critica menos objetiva que he escrito en toda mi carrera profesional (ay, si; como si hubiera sido muy larga hasta ahora). Echenle un vistazo y juzguenla sin piedad.

VIENDO EL MUNDO ARDER Y AMANDOLO CADA SEGUNDO

Some people just want to watch the world burn
- Alfred Pennyworth (Michael Caine)

¿Cómo demonios escribes sobre algo que te ha dejado sin palabras? Esa es la pregunta que me asalta después de haber visto El Caballero de la Noche. Cinco minutos después de que los créditos finales empezaron a correr, permanecí en mi butaca completamente petrificado. Quería hablar, gritar, aullar, vociferar y graznar, sin poder creer lo que mis ojos habían visto. Sin embargo, lo único que pude hacer en aquel momento fue mantenerme mudo, permitiendo que mi silencio fuese directamente proporcional a mi euforia. Ahora, por más fútiles que resultan las palabras para describirlo satisfactoriamente, siento la necesidad de hacerle saber al mundo lo que acabo de presenciar.

Al momento de redactar estas líneas, las vicisitudes de Batman han sido llevadas a la pantalla grande en innumerables ocasiones. El personaje creado por Bob Kane en 1939 ha experimentado múltiples metamorfosis en su traslado al celuloide; desde un serial en blanco y negro y la adaptación cinematográfica de la serie de TV sesentera, pasando por la visión gótica de Tim Burton y los batí pezones de Joel Shcumacher, hasta llegar a la exitosa re invención en cuerpo y alma que Christopher Nolan (Memento, Insomnia, The Prestige) nos regaló en el verano del 2005. Sin embargo, lo que hace diferente a El Caballero de la Noche es que además de ser un brillante retrato del hombre murciélago, se trata de una gran película por derecho propio. ¿A qué me refiero con esto? Desde mi perspectiva, una cosa es esforzarse por traducir adecuadamente en imágenes la mitología de Batman (su razón de ser, la psicología detrás de los personajes) y otra muy diferente es lograr plasmarlo en una historia que reúna meritos a nivel de la ejecución técnica (guión, fotografía, edición, sonido, diseño de arte), al mismo tiempo que se las arregle para brindarle al espectador el valor de lo que pagó por su boleto. Mientras que las entregas anteriores se preocupaban particularmente por satisfacer uno o dos de estos requisitos, El Caballero de la Noche cumple con todos ellos y los transporta a un nivel más allá de lo que nuestras expectativas son capaces de concebir.

Amigos, estamos hablando de un testamento a la cantidad y a la calidad no sólo en la manera de adaptar un personaje de historietas, sino en la labor cinematográfica en si misma. Desde la primera secuencia, se convierte en una bola de nieve creciendo abrumadoramente a cada minuto. Es el equivalente a estar atrapado en una montaña rusa cuyos frenos parecen haber sido deliberadamente destruidos para que el pasajero no tenga oportunidad de retomar el aliento. Giro tras giro, emoción tras emoción, Nolan incrementa las apuestas y termina arrastrándonos hasta un explosivo desenlace que nos deja hambrientos por más. Esto seguramente fue lo que nuestros padres debieron haber sentido cuando descubrieron al final de “El Imperio Contraataca” que Darth Vader era el padre de Luke Skywalker.

Como cabria esperarse, gran parte de este constante flujo de adrenalina reside en el estira y afoja entre Batman y su eterno némesis, el Guasón, encarnado por el tristemente fallecido Heath Ledger. Si les es posible, olviden por completo lo que Jack Nicholson hizo en la cinta de 1989. Por que a diferencia de su antecesor, Ledger no permite que su persona fuera de la pantalla permanezca latente bajo la prótesis y el maquillaje. Muy por el contrario, parece haberse fusionado indistintamente con la caracterización, causando que uno se pregunte por momentos si no es el Guasón quien realmente lo está interpretando a él y no al revés. Además, los enfoques elegidos por ambos actores no podrían ser más diferentes. Si Nicholson era el mafioso convertido en homicida con aires de comediante, Ledger es más bien la maldad sin limites personificada en una especie de adolescente sicótico e hiperactivo al que le acaban de regalar una metralleta. Un autentico hijo de su tal por cual sin el más mínimo respeto por la vida humana, ni siquiera la suya. Jack, no te ofendas, pero el joven Heath se ha llevado la última risa.

Otra de las columnas que sostienen esta hermosa construcción es Harvey Dent, el nuevo fiscal del distrito que para muchos ciudadanos representa la esperanza de una nueva era libre del crimen y la corrupción. Aaron Eckhart, mejor conocido por su sobresaliente trabajo en la comedia negra Gracias Por Fumar, demuestra ser la alternativa ideal para dar a conocer el idealismo y la amargura que lo conducen hasta su transformación en el siniestro Dos Caras. Quizás este sea el personaje con el arco dramático más cautivador de todos los que habitan en el filme.

Y por supuesto, imposible olvidar mencionar al caballero de la noche propiamente dicho. Habiendo establecido ya las bases de su origen, Nolan y Christian Bale optan sabiamente por explorar lo que ocurre cuando el encapotado va descubriendo que su presencia podría ser más nociva que benéfica para la seguridad de Ciudad Gótica. Involuntariamente se convierte en un imán para la catástrofe que busca repeler. Este punto es deliciosamente ilustrado cuando el Guasón, desempeñando el papel de inseparable ying para su yang le espeta: “No quiero matarte… ¿Qué haría yo sin ti?”. El vínculo que comparte con los monstruos a los que combate le aporta tintes trágicos mucho más acentuados que en la cinta anterior. Finalmente, es obligatorio darle una mención muy especial a Gary Oldman bajo la piel del recién nombrado Comisionado de Policía, James Gordon. A la par con el aumento de su importancia dentro de la trama, Oldman consolida la entereza que marcó su caracterización en Batman Inicia para convertir a su Gordon en el corazón moral y filosófico de la historia, a través del cual obtiene su mayor credibilidad.

Adjetivos como “brillante” y “obra maestra” suelen ser utilizados con mucha ligereza o exageración hoy en día. Habrá quienes opinen que esta crítica incurre en el mismo pecado. Pero créanme cuando les digo que El Caballero De La Noche no es sólo una película más; es una experiencia. Y en el mismo tono, esto no es una crítica. Es una declaración visceral. Es un testimonio de mi fe renovada tanto en el hombre murciélago como en el poder del séptimo arte. Batman vive en Christopher Nolan. ¡ALELUYAH!

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