jueves, 30 de octubre de 2008

EL DIRECTOR DE LA LIBERTAD

Han existido y existen todavía varios individuos cuyas vidas han definido el rumbo a seguir para las circunstancias de toda una época o nación. No obstante, también es muy común que la cuestión se de en un sentido inverso; cuando son las circunstancias las que determinan el camino del individuo. Jan Tomás (Milos) Forman cae indudablemente en la segunda categoría. Una probada del sabor agrio a guerra y represión en su natal Checolosvaquia bastó para crear dentro de él al cineasta singular en el que se convertiría algún día. Sus películas, además de dramas altamente humanos y veraces con actuaciones arrebatadoras, son ante todo espejos vivientes de la tortuosa travesía que se ha visto obligado a recorrer para disfrutar del privilegio que considera más importante: la libertad. Libertad de pensamiento. Libertad creativa. Libertad para convidar al mundo en su visión de la vida con honestidad y sin ataduras, ya sea dentro de un simple comentario o dirigiendo un filme.

Si Forman es un adalid de la libertad, esto se debe a que conoce muy a fondo lo que significa carecer de ella. En la primavera de 1940, su padre adoptivo fue detenido por la Gestapo, acusado de pertenecer a un grupo de resistencia. Dos años más tarde, la policía del Tercer Reich volvió a la casa de la familia Forman para llevarse también a la madre de Milos por supuesta distribución de octavillas contra el régimen nazi. Fue trasladada al campo de concentración de Auschwitz, donde falleció. En septiembre de 1945, el joven Forman llegó a la escuela para huérfanos de guerra en la ciudad de Podìbrady, donde pasó ocho años.

En 1953 partió hacia Praga, decidido a iniciar sus estudios de arte dramático para acabar inscribiéndose en la Academia de Artes Fílmicas. El primer titulo digno de mención en su filmografía, Amores De Una Rubia, atrajo la atención del productor italiano Carlo Ponti, con quien Forman puso en marcha el proyecto que daría inicio formal a su cruzada: El Baile De Los Bomberos, rodada en 1967 y prohibida al año siguiente por los dirigentes del régimen comunista, quienes no vieron con agrado la sátira del filme a los ideales del hombre común. Ese mismo año, bajo la presión de los tanques soviéticos que hacían su entrada violenta en la ciudad de Praga, Forman se percató de que a cada segundo que permanecía en Europa su desarrollo como artista peligraba. En América, con la isla de Manhattan recibiendo a todo paria con los brazos abiertos, seguramente hallaría lo que andaba buscando.

Taking Off (1971), su primera cinta en suelo estadounidense, resulto ser una modesta comedia que corrió con muchísima más suerte en el viejo continente que en el nuevo. Pero todo cambiaría en el momento en que cayese en sus manos una novela de Ken Kesey que Saul Saentz y un joven productor llamado Michael Douglas tenían interés por llevar a la pantalla grande: Atrapado Sin Salida (One Flew Over The Cuckoo´s Nest, 1975). El Oscar que le procuró como Mejor Director le fue de gran utilidad para abrir las rejas doradas del paraíso hollywoodense. Al mismo tiempo, despertó el sello particular que desde entonces imprimiría en cada uno de sus personajes: rebeldes inmersos en la lucha contra un sistema rígido que amenaza con cortarles las alas. Luego del fracaso que vino con el musical Hair y el drama de época Ragtime, dicha línea argumental se vio re-tomada y fortalecida en 1984 con Amadeus, basada en la obra de teatro escrita por Peter Shaffer, y que demostró ser un soberbio estudio sobre la envidia a través de la relación del compositor Antonio Salieri con su eterno rival, Wolfgang Amadeus Mozart.

A Mozart, con su decadencia y genialidad por partes iguales, le seguirían otros personajes anexándose a la población del mundo formaniano; Larry Flynt, pornógrafo vil para muchos y defensor de la primera enmienda norteamericana para otros (Larry Flynt: El Nombre Del Escándalo, The People Vs. Larry Flynt, 1996), así como Andy Kaufman (El Lunatico, Man On The Moon, 1999), comediante televisivo cuya enigmático fallecimiento continua siendo puesto en tela de juicio.

Junto con su habilidad para recrear a personajes más grandes que la vida misma, Forman es reconocido como un autentico director de actores. No por nada es verdad que ocho de los intérpretes que han trabajado bajo su guía han cosechado por lo menos una nominación a los Globos de Oro o a los premios de la Academia, incluyendo a Jack Nicholson, F. Murray Abraham, Woody Harrelson y Jim Carrey.

R.P. McMurphy. Mozart. Larry Flynt. Andy Kaufman. Verlos en pantalla es, en mayor o menor medida, ver a Milos Forman. Cada uno de ellos, a su manera, van en pos de lo mismo con lo que siempre soñó aquel niño huérfano de la republica Checa que sobrevivió a los horrores de la Segunda Guerra: una voz y una boca abierta con que dejarla salir.

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