martes, 24 de febrero de 2009

OFELIA EN EL RÍO


Enloqueció.

Saltó.

Al río fue a parar.

Se fue.

Se ha ido.

Ya no volverá.

Pequeña era y frágil se sentía.

Muerta por la realidad.

Redimida en el voto suicida.

Pobre flor de abril.

Burlada en su propio jardín.

Ofelia y su canto.

Ofelia y la locura.

Ofelia y el río.

Joven e inocente.

Incomprendida y perturbada.

En el río de Dinamarca, duerme sola y ahogada.

Le gustaba hablar de chicos, de chicas, de flores y pastillas.

Bailar en la pradera húmeda y rasgar su vestidura.

Las aguas su cuerpo sostienen, relajando a esos pezones blancos y dormidos.

Extinguiendo de sus ojos el brillo divino.

Nada puede despertarla, ahora que en su acuática tumba descansa.

Ofelia mía.

En este pantano se llora.

En este río tu cadáver se baña.

En este líquido tu juventud naufraga.

Pobre Ofelia.

Muerta con tus flores, ya no dices nada.

Pobre Ofelia.

En el río del crudo invierno.

En marina sepultura.

Yaces sola.

Yaces callada.

Yaces ahogada.

1998 (C) Todos los derechos reservados.


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