miércoles, 22 de abril de 2009

CINENSAYO 1.2

La fabrica de escopofilia y alienación.
Por “escopofilia”, Sigmund Freud se refiere al placer que significa el mirar al otro. Bajo la interpretación de este concepto realizada por Laura Mulvey, la figura femenina es convertida en un objeto de placer estético o sensual para satisfacer a la mirada escrutadora y controladora del protagonista masculino, perpetuando de esa forma el ideal de un placer cimentado en las bases del activo masculino y el pasivo femenino. La perspectiva dominante en la narrativa adquiere así un carácter que ella define como “fálocéntrico”, alimentado por el narcisismo y la constitución del ego que convierten a la mirada del espectador en una extensión de la del varón que reconoce fascinado al objeto de su agrado (la mujer). Bien sabido es que la estrella de cine constituye el principal producto manufacturado y vendido a gran escala, sobre todo en lo que se refiere al arquetipo creado durante el periodo mencionado por Kaplan, en el que la mujer solía destacar como objeto fetiche del deseo y la fantasía masculinas. Lo que es más, esta percepción en el contexto del estrellato hollywoodense logró perdurar durante tanto tiempo debido a que las estrellas “cristalizan en sus personas ciertas necesidades, sueños, fantasías y obsesiones colectivas.” El legendario estudio de Andy Warhol bautizado con el nombre de “The Factory” (La Fabrica) y ubicado en el quinto piso del edificio numero 231 en la calle 47 Este de Manhattan fue creado precisamente como un intento por evocar un esquema de generación de productos en línea que le hiciera justicia a su nombre. Pinturas, litografías y diversas obras de arte eran a diario engendradas en cadena como si se trataran de modelos Ford. A partir de 1963, cuando Warhol comenzó interesarse cada vez más por la producción y la realización cinematográfica, esta filosofía de línea de ensamblaje fue también aplicada en la creación y promoción de las superestrellas para sus películas underground. Algunas gozaron de sus 15 minutos de fama warholianos para luego desvanecerse, mientras que otras lograron a duras penas sobrevivir y terminar de desarrollarse en otras areas. Una de las figuras más famosas en el repertorio habitual de Warhol fue Candy Darling (1944 - 1974), un travestí transexual que protagonizó para él filmes como Flesh (1968) y Women In Revolt (1971). Incluso Valerie Solanas accedió a aparecer frente a su cámara en calidad de actriz para el filme I, A Man (1967). En Yo Dispare a Andy Warhol, Marry Harron utiliza al personaje de Candy Darling interpretado por Christopher Dorff como exponente de la escopofilia implícita en el imaginario de la producción audiovisual de La Fabrica, así como contrapunto simbolico de la femineidad que la ideología de Valerie rechaza categóricamente, aun cuando se trate de un travesti. En una escena en la que ambas comparten una habitación en un hotel de baja categoría, mientras se escucha en el fondo a Dionne Warwick cantando “Walk On By”, la cámara recorre con un breve paneo el área de la habitación que le corresponde a Candy hasta encontrarla recostada en su cama y escribiendo su diario. Lleva su peluca rubia de siempre y viste un vestido negro formal con medias negras y zapatos negros de tacón alto. Su rostro se ve engalanado con pintura de labios, rubor en las mejillas y delineador en los parpados. De hecho, muy rara vez la veremos en el transcurso del filme sin alguno de estos elementos de maquillaje. En su diario escribe y recita en voz alta las siguientes palabras: “Trato de conseguir lo que quiero, siempre que es posible. Siempre he encontrado que las personas socialmente inaceptables son los mejores amantes, por que son más sensitivos. Puedo sentirme llena y feliz. Nunca lo dudaré. No puedo darme ese lujo. Cada pensamiento, cada movimiento esta en armonía con una gran fuerza motriz”. Es un hombre con la compulsión de verse lo más “femenina” que pueda a todo momento, de ser lo más placentera y agradable a la mirada. En pocas palabras, su perfil como objeto escopofilico debe ser sostenido permanentemente. Casi inmediatamente después, la voz de Dionne Warwick se desvanece, y mediante un paneo a la derecha y un corte la imagen se aleja para dirigirse hacía el área de Valerie, quien en marcado contraste con Candy, prescinde de cualquier clase de maquillaje y viste una camisa, pantalones y sombrero de hombre, mientras a su vez escribe que ha encontrado un oficio acorde a la escena social en la que vive y que le permitirá abrirse paso en un mundo masculino. En escenas posteriores descubrimos que el oficio al que se refiere es el de mendigar. Para rematar con ironía, escribe: “Y pensar que algunas chicas se contentan sólo con Europa”.

La distancia entre Valerie y Candy comienza a hacerse más evidente cuando varios miembros del sequito de Warhol se disponen a ver una proyección de las diferentes pruebas de cámara en las que han participado, criticando el nivel fotogenico de cada uno. Es en esta escena donde la noción de La Fabrica como autoproclamada seguidora del star system hollywoodense en la era dorada de los grandes estudios entra de nuevo colación, puesto que es abiertamente corroborada en un dialogo por cortesía de Paul Morrisey, uno de los constantes colaboradores de Warhol en sus peliculas, y que en el filme de Harron es interpretado por el actor Reg Rogers. De todos los rostros que aparecen en las pruebas, el de Candy se lleva los mayores cumplidos y alabanzas. Nada extraño si se considera que Warhol la eligió por su parecido a Kim Novak. En cambió, la imagen de Valerie, desprovista de todo vestigio de glamour y femeneidad (o por lo menos lo que ellos entienden por esas caracteristicas) provoca horror y rechazo entre los presentes espectadores. Ella representa la negación del placer en la mirada; la no-escopofilia. Pero el distanciamiento definitivo se da más adelante, durante una de las fiestas nocturnas en La Fabrica, evento que la transorma en un punto de encuentro para celebridades y gente del jet set. Mientras que los invitados se dejan llevar por las luces sicodelicas y el rock que una banda toca en vivo, Candy Darling admira su prueba de cámara proyectada sobre una pantalla y diversas drogas se reparten y consumen como si fueran martinis, Valerie permanece casi todo el tiempo en un rincón, mirando distanciada toda la acción que está teniendo lugar. Intenta convencer a una periodista de que la entreviste para promocionar su manifiesto, pero la mujer está demasiado metida en la "buena vibra" de la fiesta como para brindarle el tiempo y la atención que necesita. La posición de Candy Darling en el sequito de Warhol va consolidandose hasta convertirse en una de sus favoritas y Valerie permanece como una intrusa que no cumple con los requisitos para incorporarse al sistema. Su frustración llegará al punto de que momentos antes de llevar a cabo el atentado contra la vida de Warhol se arregla propiamente para la ocasión, acomodandose el cabello y aplicandose maquillaje. Ha decidido dispararle esforzandose por encarnar al tipo de mujer que sabe que nunca podrá ser para su victima. Es la escopofilia al ataque del sistema perpretador.

Del mismo modo, Patrick Bateman manifiesta síntomas de un deseo de pertenencia que poco a poco será encauzado en sus matanzas. Su trabajo en la firma Pierce & Pierce carece de sentido, ya que su propio padre (a quien nunca vemos) es dueño de la empresa. En escenas que lo muestran en su oficina lo vemos haciendo cualquier otra cosa excepto trabajar. Su prometida le recuerda que de todas formas él odia ese trabajo y no comprende por que no se anima a renunciar, a lo que Bateman responde: “Porque…quiero….encajar”. Sus preocupaciones más grandes giran en torno a los elementos de status: conseguir la mejor mesa en el restaurante de cinco estrellas, llevar al trabajo el traje más caro…Cuando sus colegas presumen unos a otros sus tarjetas personales de presentación y se da cuenta de que la suya no es tan lujosa como la de ellos, comienza a sudar. La mayoría de la gente a la que frecuenta suele confundirlo con otro, puesto que casi todos los que trabajan en su edificio comparten el mismo tipo de traje, peinado y físico. Esto da como resultado que le tengan suficiente confianza para confesarle lo pretencioso, insoportable y patético que el verdadero Bateman les parece. Harron lo expone como un marginado a pesar estar oficialmente integrado a su ambiente social y profesional. Tanto la revolucionaria de Greenwich Village como el yuppie de Wall Street son parias. Sin importar lo inmersos que puedan estar en sus paisajes, viven en un estado mental ligeramente diferente que los aparta del resto de quienes los habitan.

CONTINUARÁ EN EL SIGUIENTE POST....

1 comentario:

fer dijo...

guau...
no pensé que iba a encontrar una crítica tan pésima y pretenciosa sobre ésta excelente película.
me sorprendiste.

y sólo por un tema de respeto a las personas, a su (nuestro) derecho a ser llamadxs por el nombre que eligen y no por el impuesto, por respeto a la diversidad sexual y de género... cuando decís "Candy Darling (1944 - 1974), un travestí transexual", es unA travesti transexual. y la corrección es aplicable a todas las oportunidades donde cometés el mismo... desliz.

aunque dudo que entiendas la importancia de lo que estoy señalando. tu ignorancia misógina -¡que, por momentos, hasta parecería ser que querés criticar esa última palabra y todo!- me entristece un poco, pero más me da pena.

imbécil.