lunes, 29 de junio de 2009

LAS JOYAS PÉRDIDAS


QUIZ SHOW: EL DILEMA (QUIZ SHOW, 1994)

Director y Productor: Robert Redford.
Guión: Paul Attanasio.
Elenco: John Turturro, Rob Morrow, Ralph Fiennes, David Paymer,
Hank Azaria, Paul Scofield y Mira Sorvino.
Distribuidora: Hollywood Pictures / Buena Vista Home Entertainment.
Duración: 132 min.

Existen prácticamente tantas películas como seres humanos hay en el mundo. Algunas reciben abundantes alabanzas desde el momento de su aparición, sin que nadie se atreva a bajarlas de su pedestal. Otras menos famosas pasan injustamente desapercibidas hasta muchos años después, cuando tienen la oportunidad de ser redescubiertas en su traslado al formato digital. Sin lugar a dudas, “Quiz Show: El Dilema” merece un lugar privilegiado en esta segunda categoría. Recuerdo haberla visto por primera vez hace más de 11 años en VHS un día que falté a la escuela por estar enfermo. En ese entonces no me causó una gran impresión, puesto que mis gustos cinematográficos todavía no se encontraban tan desarrollados como uno quisiera. Sin embargo, hace apenas una semana me llevé la enorme sorpresa de volver a encontrármela, ahora en DVD y abandonada en un anaquel de la sección de rebajas en una sucursal de “Mr. CD”. Por tan sólo 69 pesos tuve la dicha no de disfrutar sino de DEVORAR con mis ojos una obra soberbiamente escrita, impecablemente dirigida y maravillosamente actuada.

El argumento está inspirado en un caso veridico: el escandalo que envolvió en la década de los 50 a un programa televisivo de concursos llamado “21”. Una investigación llevada a cabo por el Congreso de los Estados Unidos demostró que el programa estaba amañado. Los concursantes tenían acceso previo a las respuestas de las preguntas que se les hacía y tanto la televisora como los patrocinadores decidían cada semana a su antojo quien ganaba y quien perdía, dependiendo de cómo afectara esto al rating. John Turturro, mejor conocido como actor fetiche de los hermano Coen en “Barton Fink”, “¿Dónde Estás, Hermano?” y “El Gran Lebowsky”, encarna a Herbert Stempel, un nerd judío de Queens que ha logrado mantener su status como campeón consecutivo del programa hasta que es presionado por los productores para perder a propósito en beneficio de Charles Van Dorren (Ralph Fiennes, a tan sólo un año de haber inmortalizado al infame Amon Goeth en “La Lista de Schindler”), un intelectual procedente de una familia prestigiosa y acaudalada. De la noche a la mañana, Van Dorren se convierte en el nuevo ídolo de millones de televidentes, pero el remordimiento de consciencia que le produce el estar haciéndose rico gracias a un fraude le impide disfrutar plenamente su éxito. Mientras tanto, furioso por haber sido desechado como un pañuelo viejo, Stempel entra en contacto con Richard Goodwin (Rob Morrow), un investigador de Washington que comienza a interrogar a varios concursantes del programa, incluyendo a Van Dorren. La profunda amistad que establece con este lo coloca en una situación incomoda cuando se ve obligado a llamarlo a testificar ante el Congreso.

Aunque el reparto incluye a uno que otro peso pesado, yo diría que la verdadera estrella es el guión bellamente delineado por Paul Attanasio. Su mayor merito reside en habérselas arreglado para sacar un emocionante y entretenido drama a partir de una premisa que, quizás por si misma, no lo sea realmente tanto. Si bien evoca por momentos a una historia de detectives, el suspenso que moviliza a la trama no está en la cuestión de que si el programa esta arreglado o no; eso se hace evidente a los primeros minutos. El verdadero misterio consiste en preguntarnos hasta cuando los personajes dejarán de engañarse a si mismos para asumir la responsabilidad que les plantean sus respectivos dilemas morales. ¿Dirá Van Dorren la verdad sobre su participación en el programa? ¿Será capaz Goodwin de exponerlo ante los tribunales a pesar del aprecio que siente por él? ¿Que tan dispuesto estaría uno a comprometer su integridad (y en este caso, su inteligencia) a cambio de fama y dinero instantáneos? Mucho más que otra película de tantas basadas en hechos reales, “Quiz Show” es una apabullante fabula sobre el capitalismo y los peligros a los que este nos puede conducir en el afán de probar sus mieles. Tomemos como ejemplo la primera escena que nos muestra a Goodwin admirando un Mercedes último modelo, símbolo inequívoco del “American Dream”, mientras un vendedor está detrás de él describiendo a detalle los atractivos de dicho producto, como si fuera una seductora sirena cantandole al oido. Por otro lado, el filme merece ser visto también como un análisis de la importancia que la sociedad estadounidense le otorga a la imagen como parámetro de aceptación social; de ahí que los productores del programa tengan la necesidad de reemplazar al enclenque, feo y “ñoño” Stempel con el apuesto y sofisticado Van Dorren. Finalmente, se trata al mismo tiempo del retrato de una época en la que el público estaba mucho más predispuesto a tomar como verdadero lo que veía en la tele. El escandalo de “21” significó la trágica muerte de la credibilidad hacía este medio, mismo que era manipulado tras bambalinas por corporaciones sin ningún reparo en mentirle al espectador con tal de que eso ayudara a subir sus ventas. Lo anterior queda plasmado en uno de los momentos más memorables del filme, cuando Goodwin confronta al cínico dueño de la empresa farmacéutica cuyo producto patrocina el programa, interpretado nada más ni nada menos que por el Sr. Martin Scorcese. Si creían que su cameo en “Taxi Driver” era escalofriante, esperen a verlo en esta escena. Una de las mejores actuaciones de villano realizada por un director, únicamente comparable con la de John Houston en “Barrio Chino” de Roman Polansky.

Nominada en 1994 a cuatro premios Oscar, incluyendo Mejor Película, “Quiz Show” tuvo la mala suerte de irse a casa con las manos vacías. Recordemos que aquel fue el año de “Forrest Gump”. La Academia prefirió premiar a una historia tierna e inocente en lugar de a una que se caracterizaba precisamente por la perdida de la inocencia. Y aunque no tengo nada en contra de “Forrest”, hay que reconocer que adolece por momentos de algo que “Quiz Show” tuvo mucho éxito en evitar: exceso de sentimentalismo. Tratándose de una fabula moral, pudo haber caído en la trampa de poner a los personajes dando sermones obtusos o escenas que pecasen de franca cursilería. Afortunadamente, sus momentos emotivos son ejecutados con economía, equilibrio, precisión, y sobre todo, de manera orgánica al contexto de la historia. Por este y otros motivos, los exhorto a que consigan esta cinta por todos los medios posibles; comprándola, bajándola, quemándola, pirateándola, robándola…Hasta ese entonces, les aseguro que no tendrán idea de lo que se están perdiendo.

1 comentario:

Anónimo dijo...

No esta mala...pero no m gusto del todo... creo que fue bastante predecible y en ciertos momentos, algo boba