
La entrega de los premios Oscar en 1998 fue una noche muy especial para mí. Pero no por las mismas razones que seguramente la mayoría de ustedes recuerda. No porque Titanic hubiese arrasado con la mayor parte de los galardones y demostrado ser la supuesta mejor pélicula de todos los tiempos. No, desde luego que no. Mi interes en dicha gala era muchisimo menos frivolo. El momento que esperaba con ansias, prácticamente comiendome las uñas al borde del sofá, fue cuando se disponían a anunciar al ganador por la Mejor Partitura Musical. Dentro de este rubro, Danny Elfman había logrado la hazaña ser nominado dos veces dentro de la misma categoría. Como admirador devoto de su trabajo, me fue imposible reprimir mi rabia al descubrir que ni Men In Black ni Good Will Hunting fueron suficientes para hundir al barco de James Cameron. La jugada nefasta se repitió cuando Elfman volvió a ser nominado tres años después, ahora por su aportación musical a la cinta Big Fish.
Aún si crearan una categoría a la mejor partitura de Danny Elfman, encontrarían una razón para no darme el premio, inclusive no nominarme. Hay mucha gente en la academia que me detesta.
Esta animadversión por parte de los sectores conservadores en la escena musical de Hollywood podría deberse a sus origenes informales como músico. Nacido en una familia de artistas (su hermano Richard es cineasta y su madre escribe libros infantiles), Daniel Robert Elfman es mejor recordado por sus seguidores más acerrimos como uno de los fundadores de Oingo Boingo, una compañía de teatro experimental que evolucionó hasta convertirse en una banda de rock-punk que duró de 1979 a 1995. Extremadamente dotado en ejecución y teoría musicales, Elfman es de educación autodidacta, rasgo que lo ha distinguido entre los compositores de su generación y que, paradojicamente, ha contribuido a convertirlo en un paria dentro de la industria. A pesar de ello, la calidad de su trabajo fue demostrada con todo su poder gracias a la partitura original que diseñó para Batman. El album de la pelicula que rompió records de taquilla en el verano de 1989 lo hizo merecedor de un Grammy, aunque se vio en gran medida opacado por las canciones pop que Prince introdujo en el filme.
En cuanto a los detractores, asegura que a estas alturas ya no pierde el sueño por ello, y que prefiere concentrarse en su trabajo, le guste a quien le guste.
Me he dado cuenta de que es un verdadero desperdicio de energía tratar de defenderse a uno mismo. Lo único que quieren es tu reacción, ver que respondes a eso. Así que en lugar de ponerme a pelear con estas personas, opté por dejarles decir lo que quisieran. Si quieren decir que fornico con cabras, simplemente lo ignoraré, o de plano les diré, "!Si, me fascina!". Si quieren decir que saco toda mi música de un pobre compositor a quien tengo esclavizado en el sotano de mi casa, pues si, yo hago eso. !De hecho, tengo a diez de ellos trabajando allí! Si dicen tener una cinta demo en la que se me puede oir claramente tarareando toda la partitura de "Batman" y que yo le di a otra persona para que hiciera la música...¿Por qué voy a molestarme siquiera en discutir algo tan estupido?
Con humor, sencillez e imaginación, Danny Elfman contempla a la música y a la vida. Y con esas mismas virtudes contempla quien esto escribe a la obra altamente inspiradora de un eterno marginado.
Para cerrar, les dejo con dos videos. El primero es de la canción Stay, interpretada por Oingo Boingo. Esto les dará una idea bastante clara sobre qué es lo que hacía Danny antes de volverse compositor de tiempo completo. Y para complementar, una pequeña pero interesante entrevista en la que Elfman recuerda cómo fue el proceso de componer la música para Batman. Incluye subtitulos en español e intervenciones de Burton y de Jack Nicholson. Que los disfruten.
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