jueves, 22 de enero de 2009

DETRAS DE TODO GRAN HOMBRE O MUJER

TRANSAMERICA (2005)
Escrita y dirigida por Duncan Tucker.
Producida por Rene Bastian, Sebastian Dungan y Linda Moran.
Protagonistas: Felicity Huffman, Kevin Zegers, Elizabeth Peña, Graham Greene, Burt Young y Carrie Preston.

Bree (Felicity Huffman), un transexual en proceso de transformación, se prepara para la última operación que terminará por convertirlo en una mujer completa. Sin embargo, un pequeño detalle interfiere con sus planes: el descubrimiento repentino de un problemático y drogadicto hijo suyo (Kevin Zegers), producto de una antigua relación. Obligado(a) a dejar abierta esa puerta de su pasado, Bree conoce al muchacho y juntos se embarcan en un viaje de auto descubrimiento compartido.


De vez en cuando surge un filme cuyo papel protagónico cuenta con características que exigen ser materializadas por cierto tipo de de interprete, al grado de que el éxito o el fracaso será determinado en gran medida por la cuidadosa selección de dicho actor. Cuando la elección es acertada, ya no posible imaginar a otra cara en ese papel. Habiendo dicho esto, consideraría justo darle una medalla a Felicity Huffman por haber logrado lo que parecería imposible: ser una actriz que da vida a un hombre determinado a convertirse en mujer, sin perder un ápice de credibilidad en el proceso. Lejos de confiarse en los típicos manierismos de cualquier “loca”, Huffman nos regala a un individuo que busca constantemente re-afirmar su verdadero yo a través de detalles significativos como su minucioso andar, el timbre intermedio entre grave y agudo de su voz, la extrema delicadeza con la que se acomoda el cabello…el personaje esta más consciente de su feminidad que la mayoría de las mujeres y Huffman explota este rasgo de su personalidad obteniendo resultados que rayan en el más apabullante virtuosismo. Pero tampoco crean que el mayor logro de su actuación descansa sobre la apariencia. Por el contrario, Bree es un ser de carne y hueso cuyas contradicciones de ningún modo son obviadas. En momentos como cuando se avergüenza de haber traído a su hijo a una reunión de transexuales en casa de una amiga, se ve tan anticuada como las mentes conservadoras a las que está obligada a enfrentar todo los días, ya que recibimos la sensación de que inclusive a ella misma le cuesta trabajo aceptarse tal y como es.

Sin embargo, puede que la mayor virtud de Transamerica sea también una de sus debilidades. Los otros miembros del elenco, pese a que no carecen de meritos, palidecen hasta cierto punto frente a la intimidante presencia de la Huffman, acercándolos un poco al peligro de operar como simples comparsas de acompañamiento para el drama de Bree. Por lo mismo, quedé poco impresionado con la labor del joven Kevin Zegers como el hijo rebelde. El argumento es sólido y mantiene la expectativa hasta el final, pero no deja de ser una variación del viaje en carretera como búsqueda espiritual, estructura narrativa cosechada prácticamente desde la década de los setentas. No obstante, se agradece que el director Duncan Tucker haya mantenido a un mínimo los discursos, sin ceder a la tentación de convertir su historia en una redundante pancarta por la tolerancia. Ultimadamente, Felicity Huffman y su tour de force son los dos motivos más poderosos para ir a ver Transamerica. Después de haber presenciado semejante transformación, el recuerdo de Julie Andrews vistiendo un smoking en Víctor / Victoria les parecerá un mal chiste.

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