jueves, 22 de enero de 2009

EL SOLDADO DE LA CABEZA ENFRASCADA


SOLDADO ANONIMO (JARHEAD, 2005)
Dirigida por Sam Mendes.
Escrita por William Broyles Jr.,
con base en el libro de Anthony Swofford.
Producida por Lucy Fisher y Douglas Wick.
Protagonistas: Jake Gyllenhaal, Peter Sarsgaard, Jamie Foxx, Lucas Black, Brian Geraghty y Chris Cooper.

Películas de guerra hay muchas. Las hay desde poemas antibelicos como Pelotón de Oliver Stone hasta propaganda militar disfrazada como Pearl Harbor de Michael Bay. No obstante, difícilmente se habrá visto en mucho tiempo algo como Soldado Anonimo. Sam Mendes ha elegido como blanco de su tercer largometraje la Operación “Tormenta Del Desierto” concebida durante la guerra del golfo pérsico por la administración del primer presidente Bush, quizás con la intención de crear un eco paralelamente oportuno a la reciente ocupación de Irak. De manera bastante similar a Cara de Guerra (es justo decir que varias escenas parecen homenajes deliberados a la cinta homónima de Stanley Kubrick), el argumento sigue los pasos de un grupo de marines desde su entrenamiento en una base militar norteamericana hasta su posterior bautizo de fuego en Arabia Saudita, días antes de que el ataque al régimen de Sadam Hussein sea confirmado. Estos soldados, quienes se refieren coloquialmente a si mismos como Jarheads o “Cabezas de Tarro”, forman parte de una generación criada bajo la sombra de Vietnam y de la Segunda Guerra Mundial. Cuando el soldado raso Anthony Swofford, protagonista, narrador y autor del libro en el que el guión esta basado, afirma que fue concebido en medio de una guerra, esta diciendo la pura verdad. A estos muchachos se les ha enseñado que sólo existen dos caminos para alcanzar la gloria: matar o morir en el campo de batalla. Sueñan con realizar hazañas equiparables a las que han visto en Apocalipsis Ahora de Francis Ford Coppola y El Francotirador de Michael Cimino, filmes que conforman su acervo cultural. Nada como el agudo ojo de Sam Mendes para capturar la esencia de su patética desesperación por llenar los zapatos de sus abuelos y sus padres en guerras anteriores. No en balde durante una expedición nocturna a los pozos petroleros, al divisar en el cielo un helicóptero que trae a todo volumen la voz de Jim Morrison cantando Break On Through, Jake Gyllenhaal exclama fastidiado: “!Esa es música de Vietnam! ¿Por qué no podemos tener música propia?”, como queriendo decir: “¿Por qué no puede haber un lugar para nosotros en la historia de los ganadores?”. Con suma y exquisita ironía, terminarán por darse cuenta de que arriesgaron sus vidas por una guerra que nunca existió más que dentro de ellos mismos. Es así como se logra ridiculizar el honor bélico hasta reducirlo a lo que realmente es: una pobre ilusión.

Gyllenhaal, Peter Sarsgaard y Jamie Fox se conjugan en una maravillosa complicidad con la dirección de Mendes y las vivencias personales de Swofford para brindarnos una historia cínica, melancólica y profunda en donde, a diferencia de lo que su cultura siempre se empeña en hacerles creer, abundan los perdedores. Los soldados rasos, aun después de haber vuelto a casa, estan condenados a vagar por el desierto de la memoria como los jarheads que son; frascos vacíos cuyo contenido jamás podrá llenarse con una lección valiosa del pasado, del presente o del futuro.

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