Conocí al maestro Retes justo durante el montaje de sus Hombres Del Cielo, la tragedia sobre la conquista “espiritual” de Chiapas, sobre Bartolomé de las Casas y el profundo enfrentamiento en la Iglesia católica (dialéctica que arranca de Constantino) entre los intereses de la jerarquía y el bienestar del pueblo de Dios, que es cuerpo vivo de Cristo. Retes era simple y sencillamente ateo. Yo estudiaba aún con los jesuitas y acababa de salir de la compañía con la idea de retornar. Hablé mucho con él y me impresionaron tanto la serenidad de su ateísmo como su convencimiento de que sin el análisis del enfrentamiento jerarquía vs. cuerpo de Cristo, no podría ni entenderse la historia ni avanzar en la lucha de las izquierdas. Aunque no era el primer rojo que conocía (el primero fue mi propio padre) sí fue quien llegó en un momento vocacional definitivo: teatro, fe e izquierda.
Hoy en la Iglesia soplan vientos de retroceso. El papa Ratzinger, sucesor de Ottaviani, encabeza el desmontaje del legado de un papa bueno, Juan XXIII, y de un papa hamletiano, Paulo VI. Ello convierte esta obra de Leñero en una de las más actuales de sus obras y de todo el teatro documental. No sólo para quienes vivimos como cristianos el íntimo enfrentamiento, porque de una u otra forma la obra toca a todos, tal como creía Retes. La adaptación cinematográfica (que nada me gustó) la título El Monasterio De Los Buitres, cuando se trataba de un monasterio destruido por los buitres. Y los buitres siguen ahí aunque Emaús se haya diluido.
La enfermedad no estaba en el monasterio ni en sus equivalentes actuales. La enfermedad está en la Iglesia como está en la sociedad toda. La jerarquía eclesiástica es uno de los pilares fundacionales y, al propio tiempo, uno de los espejos más nítidos de una sociedad enferma. Y es desde los llamados “enfermos” como puede iniciarse la curación tan sólo por contraste. Tan paradójica y contradictoriamente como paradójico y contradictorio es el signo de la Cruz. Superado el rechazo del freudismo en la Iglesia y aun instrumentalizado por la jerarquía, 40 años después habrá que releer y montar Pueblo Rechazado en clave de Foucault, y los cristianos, a la luz de un Evangelio que siempre defendieron Lemercier y don Sergio, porque “el Espíritu sopla donde quiere”.
1 comentario:
y se quedó escenificando mi yo
Te amo
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